domingo, 1 de mayo de 2011

Día Quince: ¿Por qué se escribe?, ¿para qué se escribe? (y dos)

Decíamos el día anterior que teníamos por delante un tema apasionante y de difícil respuesta; quizás de infinitas.  ¿Para quién escribieron los grandes?:
     En su Tratado de la tranquilidad del alma Séneca dejaba escrito hace casi dos mil años lo siguiente: "¿Qué necesidad hay de componer obras que han de durar siglos? ¡Quieres hacer esto porque  la posterioridad no cambie tu nombre! Naciste para la muerte y menos molestias tiene la muerte silenciosa. Así que para ocupar tu tiempo, escribe en estilo simple alguna obrilla en provecho tuyo, no para que la fama pregone tu nombre: menor trabajo cuesta a los que estudian para la necesidad del día". A pesar sin embargo de ese reproche y ese consejo, recuerdo que en alguna de sus epístolas morales le decía a Lucilio que él estaba seguro de que sería leído muchos siglos después, o algo parecido.

     Valéry en sus Estudios literarios escribe sobre Pascal algo interesante: "Y yo me he preguntado, ingenuamente, si un hombre que no mira más que a sí mismo y a Dios, que no se concibe más que entre su perdición y su salvación, que no le inquieta una vida futura en la memoria de los otros (...) puede estar en disposición de pensar en el juego de escribir. Yo creo que nunca se escribe si no es para alguien, y que no se escribe con arte si no es para más de uno". Soberbia observación esta última: se puede estar escribiendo una carta y se puede estar escribiendo una obra, o un manual de instrucciones -por ejemplo- que también exige determinado arte.

     Borges por su parte afirmaba que "Un escritor debe pensar que cuanto le ocurre es un instrumento; todas las cosas le han sido dadas para un fin. Todo lo que le pasa, incluso las humillaciones, los bochornos, las desventuras, todo le ha sido dado como arcilla, como material para su arte; tiene que aprovecharlo". Y, más adelante: "En un poema hablé del antiguo alimento de los héroes: la humillación, la desdicha, la discordia. Esas cosas nos fueron dadas para que nos transmutemos, para que hagamos de la miseria circunstancia de nuestra vida, cosas eternas que aspiren a serlo". Borges terminó ciego, y esto que he traído aquí pertenece a uno de sus escritos titulado La ceguera.

     En sus célebres Ensayos, bajo el subtítulo "Del autor al lector" y fechado el 12 de junio de 1589, Montaigne deja escrito al comienzo de aquel magnífico libro lo siguiente: "Lo he dedicado al uso particular de mis parientes y amigos para que, cuando me pierdan (lo que sucederá muy pronto), puedan hallar en él algunos rasgos de mi condición y humor, y por este medio les quepa nutrir y tornar más entero y más vivo el conocimiento que tuvieron de mí".

     Nietzsche afirma en La gaya ciencia que escribir es para él una necesidad: "hasta ahora no he encontrado otro medio de desembarazarme de mis pensamientos (...) ¡Es que lo necesito!" 

     En suma y en breve, he aquí cinco grandes razones de cinco de los grandes:
  • Se escribe exclusivamente para la posteridad; se escribe para inmortalizarnos.
  • Se escribe siempre para alguien, al menos para uno; y si se trata de hacerlo artísticamente se escribe para más de uno.
  • Se escribe para realizar una obra de arte con lo que nos ha sido dado, para trabajarlo y obtener de ello toda su belleza; se escribe a veces para hacer de la miseria cosas eternas.
  • Se escribe para que cuando nos hayamos ido se conozca mejor qué clase de persona llegamos a ser; para que nuestros allegados sepan auténticamente de nuestros rasgos y carácter. 
  • Se escribe para desembarazarnos de nuestros pensamientos.
    
    Pero deben existir muchísimas más razones que ya tendremos ocasión de descubrir.
    Hoy viene bien traer a esta página aquello de Gracián: "...lo malo, si poco, no tan malo", lo cual es menos conocido que lo que dejó expresado sobre "lo bueno y además breve".

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