miércoles, 4 de enero de 2012

Día Cuarenta y uno: Sonia y Tolstói; un brusco desencuentro

1847.- Marzo: «No hago lo que me prescribo; lo que hago, no lo hago bien» Abril: «Tiene que haber un cambio en mi manera de vivir». 
1850.- Junio: «Una vez más retomo el diario y una vez más con un nuevo fervor y un nuevo objetivo (...) quizás vuelva a abandonarlo»; «...una cosa me tiene descontento: no logro dominar la lujuria».
1851.- Marzo: «...esos libros que se escriben con el propósito de tener muchos lectores, no son obras literarias»; «Dónde está la frontera entre la prosa y la poesía es algo que jamás comprenderé» Abril: «...fui vanidoso y cobarde»; «mentí y fui muy vanidoso»; «la lascivia me atormenta» Junio: «Sigo siendo perezoso, aunque estoy satisfecho conmigo mismo, con excepción de la lascivia» Julio: «me emborraché y dormí con una mujer; todo esto es muy malo y me aflige mucho» Septiembre: «Perdí más de lo que tenía en el bolsillo» Noviembre: «Nunca he estado enamorado de las mujeres. (...) Con mucha frecuencia me he enamorado de hombres».
1852.- Enero: «Todo escritor tiene en mente para su obra una categoría especial de lectores ideales» Marzo: «Un deseo: librarme de la vanidad (...) tres pasiones insanas: el juego, la lujuria y la vanidad» Mayo: «¿Tengo talento en comparación con los nuevos escritores rusos? Decididamente no» Agosto: «Escribir a lo largo de la vida un buen libro es más que suficiente» Septiembre: «Necesito escribir y escribir. Es el único camino para conseguir una forma y un estilo» Octubre: «El amor no existe. Existe una necesidad carnal de comunicación y una necesidad racional de un compañero para la vida».
1853.- Octubre: «Cuando se lee un trabajo, y en especial uno netamente literario, el interés principal radica en cómo el carácter del autor se expresa en la obra»; «Revisar todo trabajo que haya sido terminado en borrador, eliminando todo lo superfluo y sin agregar nada. Ese es el primer proceso».
1854.- Junio: «Tuve diversas mujeres, mentí, fui vanidoso (...) Jugué y me vi obligado a pedir dinero prestado» Julio: «...hay algo que amo más que el bien: la gloria. (...) Si tuviera que elegir entre la gloria y la virtud elegiría la primera» Agosto: «Perdí en el juego lo que me quedaba de dinero y 3.000 rublos que no pude pagar».
1855.- Enero: «Jugué durante dos días y dos noches. (...) lo perdí todo; la casa de Yásnaia Poliana» Marzo: «Hoy comulgué. (...) «...y la fe me llevó hasta una idea grande, inmensa, a cuya realización me siento capaz de consagrar mi vida. Esta idea es la de fundar una nueva religión...» Septiembre: «...la literatura continúa siendo lo único, lo principal y lo que debe dominar todas mis otras inclinaciones y ocupaciones. Mi objetivo es la gloria literaria. (...) «Debo, cueste lo que cueste, conseguir la gloria».
1856.- Febrero: «Mis defectos principales: hábitos de ocio, desorden, lascivia y pasión por el juego. (...) Me peleé con Turguéniev y recibí a una muchacha en mi casa» Abril: «Siento la necesidad de aprender, aprender y aprender» Mayo: «No dejar jamás escapar las ocasiones de placer y no buscarlas jamás. Me impongo como regla eterna no entrar nunca en un sólo cabaret ni en un sólo burdel» Junio: «...fui a ver a los campesinos. No quieren la libertad».
1857.- Mayo: «El apetito sexual me atormenta terriblemente» Julio: «Lo más importante: la idea de crear una escuela en la aldea me llegó con fuerza...» Agosto: «La pobreza de la gente y los sufrimientos de los animales son terribles... (...) El deseo sexual me atormenta». 
1858.- Febrero: «Los pensamientos sobre la proximidad de la vejez me atormentan» Mayo: «Vi de modo fugaz a Aksinia. Es muy hermosa» Junio: «Poseí a Aksinia...; pero estoy cansado de ella» Diciembre: «Hay que escribir sin ruido, con tranquilidad, sin tener como objetivo publicar»; «Llegué a Moscú (...) dilapidé mucho dinero».
1859.- Mayo: «De Aksinia me acuerdo sólo, exclusivamente, de sus hombros» Octubre: «Continúo viendo a Aksinia exclusivamente»; «Golpeé dos veces a un hombre durante el verano»; «Vino Aksinia».
1860.- Agosto: «Soñé con la abolición de las ruletas» Octubre: «...me llegó la idea de escribir un evangelio materialista».
1861.- Abril: «...pensamientos sobre Dios y la inmortalidad».
1862.- Agosto: «¡No tengo amigos, ni uno! Estoy solo»; «No es amor como antes, (...) Cerdo» Septiembre: «Sonia (...) me atrae de una manera irresistible»; «¡Dios! Ayúdame, enséñame»; «...no tendré secretos para uno sólo, sino secretos para los dos, ella lo leerá todo»; «Se lo dije. Ella: sí. Parecía un pajarito herido».


    Antes de la boda, tal como ha dejado consignado en los diarios, comete la brutalidad de entregárselos a ella para que los lea y que de esa manera no existan secretos acerca de su vida anterior; aquella muchachita queda anonadada.
Aksinia es una sierva de la finca que ya le había dado un hijo y con la que llegó a pensar en casarse; la madre y el hijo vivirán y trabajarán en la misma finca toda su vida.


«El día de la boda miedo, incredulidad y el deseo de huir. La solemnidad de la ceremonia. Ella desconsolada (...) Ella lo sabe todo y es simple (...) Su terror. Algo enfermizo»; «Hoy hubo una escena» Octubre: «Hemos vuelto a tener dos enfrentamientos».

* * *
    Se diría que poco hay que añadir a este sucinto extracto de sus diarios escritos durante dieciséis años. Ahora él cuenta treinta y cuatro y ella dieciocho. Comienza una segunda etapa en su vida, la más creativa, que le durará aproximadamente hasta que cumpla los cincuenta años en que comenzará la tercera.
    Las «escenas» y los «enfrentamientos» que como deja escrito en sus diarios comienzan prácticamente al día siguiente de la boda, persistirán durante las dos siguientes etapas, todo el resto de su vida; aunque hay que señalar que serán breves y terminarán siempre en la alcoba. Muy a menudo, casi constantemente, las paces de aquellos enfrentamientos las harán en la cama a pesar de que ella nunca gozó del sexo: «Meses después de casarse escribe Sonia: «El aspecto físico del amor —"eso", le llamaba ella— es muy importante para él,...» y comenta que le resultan repugnantes las relaciones sexuales tan frecuentes» (1). Aquella «muñeca de porcelana» (2) no estaba hecha para los fogosos impulsos sexuales de Tolstói ni los comprendía.
     Pero en ese matrimonio hay otro desencuentro. Escuchemos a Romain Rolland: «En los primeros capítulos de Guerra y paz escritos poco tiempo después de casarse, las confidencias que el príncipe Andréi le hace a Pierre sobre el matrimonio traslucen el desencanto del hombre que ve en la mujer amada a una extraña, a una enemiga inocente, el obstáculo involuntario a su desarrollo moral» (3). Este era su caso; Sonia se propone (y conseguirá) que Tolstói renuncie a continuar con sus actividades ético-morales —dedicarse a la escuela que ha creado en su hacienda de Yásnaia Poliana y al estudio y desarrollo de la pedagogía para mejorar la enseñanza— y gracias a ello se pone a escribir.

    Es sorprendente que esta etapa de su vida llegue a ser, a pesar de esas dos contrariedades, la más creativa. A lo largo de ella verán la luz sus dos grandes obras literarias: Guerra y paz y Anna Karenina. A las dos les dedicará trece años durante los cuales sus diarios quedarán interrumpidos dado el esfuerzo que aquel trabajo le supone. Y, ¿no es sorprendente?: Sonia se convertirá en su máxima colaboradora hasta el punto de que es difícil imaginar que sin su ayuda (peleas y reconciliaciones al margen) hubieran llegado a ser escritas estas dos novelas. Sonia pasará a limpio una y otra vez todos sus escritos originales (con o sin enmiendas y tachaduras) puesto que su letra no es fácil de entender. Reescribirá el original de Guerra y paz hasta siete veces e incluso le dará consejos. Creía en él como escritor.
No obstante, entre esas dos novelas le sobreviene ya una primera crisis mística que es un preludio de lo que se le avecina; ello le lleva de nuevo a dedicarse a la pedagogía y a la escuela al tiempo que decide abandonar la literatura con la total desaprobación de Sonia. Pero no fue así; y con renovadas energías vuelve a escribir. Tres años después, cuando Anna Karenina es publicada nace su sexto hijo; han pasado quince años desde su matrimonio. Ya es mundialmente conocido y ha cuadruplicado su patrimonio; «...comencé a escribir por vanidad, codicia y orgullo».      
    Va a dar comienzo la última y más doliente etapa de su vida.
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(1) Shirer, William: Amor y odio. El tormentoso matrimonio de Sonia y León Tolstói
(2) Kallinikov, Josef: La tragedia sexual de Tolstói
(3) Rolland, Romain: Vida de Tolstói