Siempre que
he leído a Dostoievski me he encontrado con un hombre vehemente y a
la vez meticuloso; una persona muy intransigente, imperiosa,
dominante. Alguien tan exigente no tan sólo con su hermano, como
hemos atisbado en algunas de aquellas ochenta y cinco cartas escritas
entre 1838 y 1864, sino también consigo mismo. Pero al tiempo
una persona sensible, un hombre enormemente emotivo y melancólico,
y, con mucha frecuencia, doliente. También ingenuo, a veces hasta
pueril, soñador. Pero siempre... un trabajador incansable. Un hombre
entregado por completo a la escritura en la forma en la que Cela
definía lo que era ser escritor: Dostoievski demuestra ser una
«bestia de aguantes insospechados, animal de resistencias sin fin,
capaz de dejarse la vida —y la reputación, y los amigos, y la
familia, y demás confortables zarandajas— a cambio de un fajo de
cuartillas en el que pueda adivinarse su minúscula verdad» que
decía Cela.
Leyendo
muchas de sus obras me he llegado a preguntar ¿Pero ante quién me
encuentro?, ¿ante quién estoy? ¡Ah!, ¡qué estudios de carácter,
psicológicos, se habrán hecho sobre este hombre! No hay que olvidar
que su segunda novela tiene como argumento la despersonalización de
un sujeto, su desdoblamiento psíquico en otro personaje. Pero
Dostoievski estudió ingeniería, o sea que podía ser un poco
cartesiano. Y además fue militar. Militar lo fue por dos veces: la
primera por su libre voluntad, la segunda forzosamente. Se movió
mucho en ese clima imperativo, intransigente, de ordenes frías,
escuetas y precisas: «ahora y porque sí».Y no hemos hablado de su
enfermedad, su epilepsia: «Sí, tengo
epilepsia, desgraciadamente, padezco esta enfermedad... Pero la
enfermedad no es una vergüenza ni obstaculiza la actividad. Ha
habido muchas personalidades famosas con esta enfermedad y uno de
ellos cambió medio mundo siendo epiléptico».
¿Se estaba refiriendo a Mahoma, del que se ha supuesto que padecía
esa dolencia conocida en algunas culturas como la «enfermedad
sagrada», y en otras ocasiones como la de aquellos que habían sido
poseídos por el demonio?
He
mencionado estudios psicológicos sobre él. Pues bien, me encuentro
en mi «morral» con los comentarios que Freud dejó sobre la
personalidad de nuestro héroe en uno de sus variados ensayos. Y el gran
maestro ruso sale malparado en cuanto a su personalidad. Asegura
Freud que no sólo era un neurótico sino que tenía inclinaciones de
criminal; que era sádico, masoquista e irritable; que tenía gusto
en atormentar y era intolerante incluso con las personas queridas.
Hay que señalar que Freud adivina en él hasta una homosexualidad
reprimida.
Leyendo lo que Freud dejó escrito sobre Dostoievski e
indagando al tiempo en la clasificación que hace Claudio Naranjo(1) de
varias personalidades célebres dentro de los nueve tipos de su
eneagrama, similar a la clasificación que aparece en el DSM(2) de los psiquiatras
norteamericanos, Dostoievski aparece retratado por este último como
formando parte de dos de sus nueve tipos: el VI y el VIII, los cuales
vienen a corresponderse con las dos tendencias —o
subpersonalidades— que ya Freud había intuido que se debatían en
el carácter del escritor. En
primer lugar le dominaba un temperamento explosivo, de destrucción,
de criminal; se trata del tipo VIII, un carácter del que están
dotados muchos personajes que aparecen en sus temas literarios en los
que abundan los sádicos, egoístas, violentos y asesinos. Pero por
el contrario evidencia también Dostoievski en sus escritos una
bondad suprema que le permite amar y auxiliar sin límite, y junto a
ella un masoquismo que le lleva a sufrir estoicamente el dolor y,
quizás, hasta sentir una necesidad de castigo; se trata entonces del
tipo VI, un carácter con el cual también abundan varios de los
protagonistas de sus novelas.
Dice
Freud: «El super-yo
se ha hecho sádico, y el yo
se hace masoquista. (...) es indudable que grandes grupos de
delincuentes piden y ansían el castigo. Su super-yo
lo exige...» (...) Dostoievski «era, pues, en las cosas pequeñas,
sádico hacia fuera, y en las de más alcance, sádico hacia dentro,
o sea, masoquista; esto es, un hombre benigno, bondadoso y
auxiliador». Esta última personalidad o carácter permite explicar
que pudiera soportar serenamente tantos años de humillaciones y
miseria, y que, además, le llevase a ser durante su vida un
reaccionario y también un místico —ello a pesar de las dudas que
sobre la existencia de Dios y la inmortalidad del alma le debían
acometer. ¿Encarnan las dos extremas personalidades de Dostoievski
los dos protagonistas de sus novelas Crimen y
castigo y El idiota?
Stefan
Zweig, en su obra Tres maestros (Balzac,
Dickens, Dostoievski)
en la cual le dedica al último tres cuartas
partes de la misma, va mencionando rasgos y actitudes de nuestro
protagonista que sin las valoraciones anteriores de Freud y Naranjo
no es extraño que desconcierten al lector.
Allí
vamos leyendo: «Durante toda su vida fue un hombre huraño y
taciturno»; «Sus inclinaciones y perversidades»; «Sería pueril
silenciar el lado demoníaco de su ser»; «En sus libros domina lo
sombrío... miseria y oscuridad»; «Erótico, calculador y
refinado»; «Su voluptuosidad sensual»; «El furibundo exagerado»;
«En Dostoievski el amor puede ser odio metamorfoseado, compasión,
obstinación, sensualidad, autoinmolación».
He
aquí, sin embargo, lo bueno que desde el punto de vista
exclusivamente literario también nos deja escrito Freud: «Los
hermanos Karamázov es la novela más acabada
que jamás se haya escrito, y el episodio del gran inquisidor es una
de las cimas de la literatura mundial». Nada
tengo que objetar. Aunque para mí, tras Crimen
y castigo, lo más acabado de Dostoievski es
su sencilla obra (sencilla al lado de las otras escritas) El
jugador.
Yo
me atrevería a decir que en nuestro personaje cabe todo. Si se ha
dicho de él que en muchas de sus novelas escudriña el alma humana y
el subconsciente, también se le ha llegado a tachar de nihilista
moderno. Dostoievski era humano, demasiado humano..., podríamos
decir parafraseando a Nietzsche.
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(1) Naranjo, Claudio: Carácter y neurosis y Autoconocimiento transformador
(2) DSM:
Diagnostic and Statistical Manual of mental
disorders de la APA o American Psiquiatric Association