sábado, 21 de mayo de 2011

Día Dieciocho: ¿Montaigne filósofo?

Con frecuencia he leído a varias plumas autorizadas que así consideran a Montaigne. Escuchemos a Ortega que era filósofo de profesión: "Sólo el que duda es filósofo. El que no duda aún no necesita de la filosofía, es el homo religiosus" -el resaltado es suyo. Si esto que Ortega pensaba es cierto Montaigne fue filósofo puesto que era un escéptico; pero también lo era entonces casi todo hombre culto de su época habiendo llegado a cumplir cierta edad. Con esta afirmación de Ortega pocos hombres se marcharían del mundo, incluso hoy, sin ser filósofos.
     No, no se trata de dudar o no dudar. Lo que quiero dejar claro es que él jamás pretendió impartir doctrina filosófica propia: "Yo no enseño, yo cuento"; "Aparte de los de Séneca y Plutarco, de donde extraigo mi caudal, (...) no he tenido comercio con ningunos otros libros de sólida doctrina. De esos escritores algo quedará en este libro..."; " ...heme acostumbrado desde hace algún tiempo, a añadir al final de cada libro la fecha en que he acabado de leerlos y la opinión general que de ellos he sacado, a fin de que esto me recuerde al menos el aire y la idea que del autor había concebido al leerlo".
     En realidad es difícil poderle acotar un pensamiento profundo que no pertenezca entera o parcialmente a otros. Yo me atrevería a decir que no fue un filósofo sino un lector de filosofía moral y de mucha historia y, todo lo más, un gran observador y contemplador. Montaigne tan sólo fue un hombre que sabía combinar y valorar -como si de un buen guiso se tratara- la forma menos mala de pasar por este mundo. Un escéptico al tiempo que un epicúreo fascinante, honesto, sencillo, ingenioso, ameno y, sobre todo: un verdadero amante de la existencia que se dedicó a decirnos la forma que a él le parecía más llevadera de permanecer en este Planeta dándole unas vueltas al Sol.

     Por cierto, es sorprendente saber que "negros" de la escritura ya existían entonces. A propósito de tanta cita de Séneca, Plutarco, Cicerón y Epicuro como trae a sus Ensayos, reconoce que es fácil en su tiempo componer un libro "engañando al necio mundo" sin haber leído a nadie: "He visto hacer libros sobre cosas jamás estudiadas ni entendidas, encargando el autor a distintos amigos sabios la búsqueda de esta y aquella materia para construirlos, contentándose por su parte con haber hecho el proyecto y apilado industriosamente ese montón de provisiones desconocidas; al menos son suyos la tinta y el papel". Y nos sigue pareciendo un hombre de hoy cuando escribe: "...me engaño si los peores escritores no son los más valorados en las corrientes populares".
     En cuanto a aquellos de los que ya hemos hablado que hoy en día corrigen su obra apenas editada, él ya decía: "Añado, pero no corrijo. En primer lugar porque me parece razonable que aquel que ha hipotecado su obra al mundo ya no tenga ningún derecho sobre ella. Que hable mejor en otra parte, si puede, y que no corrompa la obra que ha vendido. A personas semejantes no habría que comprarles nada hasta después de muertas. Que piensen bien lo que escriben antes de publicarlo. ¿Quién les obliga a escribir deprisa?" No obstante tengo entendido que él mismo también hizo correcciones en posteriores ediciones.
     Comparemos por otra parte esta declaración de Dostoievski: "Cada autor tiene su propio estilo y, por consiguiente, sus propias reglas gramaticales. Pongo comas donde las juzgo necesarias y, donde las juzgo innecesarias, otros no deben agregarlas", comparémosla digo con la siguiente de nuestro autor: "Yo no me ocupo ni de la ortografía, ni de la puntuación; soy poco experto tanto en una como en otra, (...) Preferiría dictar otros tantos ensayos a resignarme a releer éstos para hacer esa corrección pueril". Vemos que en el fondo parece que no han pasado trescientos años entre uno y otro.


     En suma, alguien que escribe: "...rara vez me arrepiento"; "...detesto ese arrepentimiento circunstancial que trae la edad"; "la plegaria me vence, aborrezco la amenaza"; "me contento con disfrutar del mundo sin agobiarme demasiado, y con vivir una vida sólo excusable y que no sea una carga ni para mí ni para los demás"; "el estar sujeto y obligado me pierde..."; "la intemperancia es la peste de la voluptuosidad, y no es la templanza su azote: es su aderezo"; " ...detesto la pobreza tanto como el dolor"; "el depender de otro es una suerte arriesgada y digna de lástima"; "...el hecho de aceptar es un acto de sumisión"; "...elementos de mi carácter: algo de orgullo natural, la incapacidad para soportar el rechazo..."; "a veces encuentro ayuda en la indolencia y en la molicie"; "la decrepitud es un estado que exige soledad"; "a mí no me preocupa ser hombre de bien según Dios; no sabría serlo según mi propio criterio"; alguien que escribe todo esto -decíamos- no está haciendo filosofía sino haciéndonos partícipes de quien es y como piensa. Y, curiosamente, se diría que bosquejando la imagen del hombre del siglo XXI.

     Antes de despedirnos temporalmente de Montaigne, quiero recomendar de sus Ensayos los Capítulos que llevan por título "De la presunción", "Sobre la amistad", "Sobre el arrepentimento" y "Sobre la vanidad". Cuatro temas interesantes para alguien de cualquier edad y de toda época.
     Y finalizo con algo del Capítulo XVIII del Libro Segundo titulado "Del mentir"; dice allí lo siguiente sobre los motivos que le han inducido a escribir:  "No erijo una estatua para colocarla a la entrada de una ciudad, ni en una iglesia, ni en la plaza pública. (...) Es para un rincón de la biblioteca y para divertir a un vecino, a un pariente, a un amigo que se entretendrá en descubrirme y compararme con esta imagen, (...) ¡cual no sería mi contento si oyera a alguien describirme las costumbres, el rostro, el porte, las palabras corrientes y los destinos de mis antepasados! ¡cuan atento estaría! (...) Si por el contrario fuera mi descendencia de otros gustos, tendría la posibilidad de tomarme la revancha: pues no podrían hacer menos caso de mí del que yo haré de ellos en esa época. (...) Y aun cuando nadie me leyese, ¿acaso habría perdido el tiempo al ocuparme durante tantas horas ociosas en pensamientos tan útiles y agradables?"


                                                               ___________




       
       















  

No hay comentarios: